g: cuentos de hadas

[Microcuentos] Fairy tales II

14:37




La princesa contrajo viruela de dragón. Consecuencia de estar con un dragón sin protección.

§ ¤ § ¤ §

La princesa se vengó de la reina malvada y la mató. No tardó en ocupar su lugar.

§ ¤ § ¤ §

Murió sola, encerrada en la torre. Su único crimen fue esperar por un príncipe que la rescatara.

§ ¤ § ¤ §

Érase una vez una princesita que soñaba con ser bruja.

§ ¤ § ¤ §

El castillo de arena se derrumbó y la princesa murió sepultada.
g: cuentos de hadas

[Microcuento] La herencia

17:57
La vieja bruja había muerto en un desafortunado accidente, algo que tenía que ver con una princesa poco agraciada y pociones de la verdad. Nadie quería hablar de lo sucedido, estaban más interesados en la herencia. Fue una lástima saber que todo se lo había dejado a quien cuidara de la princesa poco agraciada, después de todo era su hija. La habían linchado justo después de que matara a la bruja.


Este relato participa en la iniciativa 5 líneas de enero.


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g: cuentos de hadas

[Microcuentos] Fairy Tales I

16:05



El destino se enredó. 
La princesa murió. 
El príncipe sin reina quedó. 
El final feliz se rompió. 

§ ¤ § ¤ §

La princesa se preguntó cuándo es que su cuento se había convertido en un cuento de nunca acabar.

§ ¤ § ¤ §

La princesa se cansó de esperar al príncipe y se fugó con el dragón.

§ ¤ § ¤ §

Los ratones le pagaron al flautista para que con su música terminara con la plaga de humanos. 

§ ¤ § ¤ §

La Sirenita robó mil voces y más. Si ella no podía hablar, nadie lo haría.

g: horror

[Microcuentos] Olores

14:25


—Hueles delicioso. 
—Gracias. 
—No puedo esperar a probarte —dijiste mientras lo llevabas a la cocina.

§ ¤ § ¤ §

Lo suyo no fue amor a primera vista. Fue antojo a primer aroma.

§ ¤ § ¤ §

La manzana podrida, llena de gusanos, igual que el mundo huele.

§ ¤ § ¤ §

Corté tu carne. Vomité. Olías a podrido.
g: doppelgänger

[Cuento] Favela

15:21
¿Era tu hermano gemelo? ¿Tal vez tu amigo imaginario? ¿Era real o una alucinación? No lo sabías. Te acosaba. Te seguía y te acechaba. Por la noche, cuando caminabas por las calles desiertas, sentías su presencia. En ocasiones, escuchabas su voz susurrarte cosas que te aterraba repetir. Palabras que ni siquiera podías articular, pensamientos que no podías crear. Él era real, él no era parte de ti. Y él nunca te dejaría.

Fue en una de esas noches sin luna en la que pensaste matarlo. Estabas harto de oír sus pisadas siguiéndote a dónde fueras. Su mirada fija cuando hacías el amor con Ana te tenía enfermo. Su aroma a tabaco te provocaba náuseas. 

No, él no era parte de ti. Te lo repetías incansablemente, porque si lo olvidabas, el reflejo en el espejo se fusionaría contigo y el daño sería irreparable.

Planeaste el crimen. Incluso compraste una pistola y buscaste un arrabal en el mapa, todo para asegurarte de que nadie sospechara de un cadáver sin identidad. Caminaste a media noche hacia el lugar que habías elegido, hiciste que él te siguiera y pensaste en cómo sería estar con Ana sin su interferencia. Recordaste el sabor de su piel e imaginaste sus ojos cristalinos mirándote solo a ti, sin la distracción de una tercera presencia. Sonreíste. Era el momento.

Lo único que se escuchó fue un disparo, no más. El charco de sangre manchó las flores de la banqueta y fuiste incapaz de apartar la mirada. Te quedaste ahí, quieto, y él encendió un cigarro. Dejó ir el humo y aspiró el aroma. El olor a tabaco le gustaba tanto como el sabor de la piel de Ana.

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